Primero de todo hay que entender que el bebé necesita mucho contacto físico. Debemos tener en cuenta que durante las semanas de gestación, ha estado en todo momento acompañado y sostenido por nuestro vientre.
Cuando nace, sigue necesitando sentir esa protección a través de la piel. Este contacto continúo, le ayuda a sentirse seguro, confiado, sabiendo que su nuevo habitat (el pecho de mamá) le va a aportar todo lo necesario para su superviviencia (calor, alimento, seguridad, contención….). Es ahí donde el puede estar largas horas durmiendo y en calma.
Pero, ¿qué pasa cuando intentamos separar al bebé de nuestro cuerpo? Saltan todas sus alarmas y el bebé comienza a llorar. Y es que separado de nuestro cuerpo se siente en peligro.
Esta respuesta es instintiva y actúa como mecanismo de defensa. Un bebé separado de su madre (o persona de referencia), sería devorado rápidamente por algún depredador en otro entorno. Sé lo que estás pensando, pero tu bebé no sabe que aquí no hay leones y si se siente amenazado, te lo hace saber.